Una poesia para mi amor

El porvenir de mi pasado Mario Benedetti
Eso fui. Una suerte de botella echada al
mar. Botella sin mensaje. Menos nada. Nada
menos. O tal vez una primavera que avanzaba
a destiempo. O un suplicante desde el Más Acá.
(...)
Eso fui y muchas cosas más. Un niño que
se prometía amaneceres con torres de sol. Y aunque
el cielo viniera encapotado, seguía mirando
hacia adelante, hacia después, a renglón seguido.
Eso fui, ya menos niño, esperando la cita
reveladora, el parto de las nuevas imágenes, las
flechas que transcurren y se pierden, más bien
se borran en lo que vendrá. Luego la adolescencia
convulsiva, burbuja de esperanzas, hiedra
trepadora que quisiera alcanzar la cresta
y aún no puede, viento que nos lleva desnudos
desde el suelo y quién sabe hasta (y hacia)
dónde.
Eso fui. Trabajé como una mula, pero
solamente allí, en eso que era presente y desapareció
como un despegue, convirtiéndose mágicamente
en huella. Aprendí definitivamente los colores,
me adueñé del insomniio, lo llené de
memoria y puse amor en cada parpadeo.
Eso fui en los umbrales del futuro,
inventándolo todo, lustrando los deseos, creyendo
que servían, y claro que servían, y me puse
a soñar lo que se sueña cuando el olor a lluvia
nos limpia la conciencia.
Eso fui. Castigado y sin clemencia, laureado
y sin excusas, de peor a mejor y viceversa.
Desierto sin oasis. Albufera.
Y pensar que todo estaba allí, lo que vendría,
lo que se negaba a concurrir, los angustiosos
lapsos de la espera, el desengaño en cuotas,
la alegría ficticia, el regocijo a prueba, lo
que iba a ser verdad, la riqueza virtual de mi
pretérito.
Resumiendo: el porvenir de mi pasado
tiene mucho a gozar, a sufrir, a corregir, a
mejorar, a olvidar, a descifrar, y sobre todo
a guardarlo en el alma como reducto de
última confianza.