martes, 9 de marzo de 2010

Sueños


Rolando...

He vuelto a soñarte. Estabas perdido. No estabas muerto, sólo habías olvidado quién eras. Te vi de pura casualidad, tus antiguas amigas sí sabían dónde estabas, yo no. Te vi, y recordaste, por un momento, quién eras, y me abrazaste. Inmediatamente mi familia intervino, quiso quitarme de tus brazos... ¡cómo luché! Pero me quedé en tus brazos, nos fuimos a tu casa. Tú volvías a ser tú, pero por momentos desaparecías, adoptabas otras personalidades. Yo te amaba de cualquier modo. Yo te amo de cualquier modo. Hasta en mis sueños, donde vives siendo otra persona a veces. Pero esas pocas veces en las que apareces en mis sueños, cómo lucho por no despertar, porque se que es un sueño, y no quiero que acabe, porque no se cuándo volveré a verte. Quiero verte. Me duele la cabeza. Me duele la vida. Quiero estar contigo. En mis sueños me concentro en tu cara, ruego a Dios que rías, pero esta vez no reiste, solamente me dijiste que yo te he amado mucho, me lo agradeciste antes de perderte en otra de esas personalidades... yo no me fui, Rolando, no me fui de tu casa, a pesar de que eras otro, porque en momentos volvías a ser tú, y por esos momentos yo me quedaba en esa casa... Me duele la cabeza, y te amo. Te extraño. Me faltas. Soy uno de esos de los que se describieron en la bilia, aquellos que rogaban a la muerte por que viniera por ellos, y la muerte escondía de ellos su rostro.... No te vayas Rolando. Quédate en mis sueños, aunque sea en ellos... quédate...

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